martes, 7 de agosto de 2012

Mucho más que tres tablones


MUCHO MÁS QUE TRES TABLONES
La primera bala dio la señal. Miguelito se tira al piso. Su metro diez se reduce a unos 30 centímetros y su largo, alfombra el piso de material. Las siguientes las escucho desde abajo reventando alguna ventana y abollando la pared de la casa. En silencio se levanto cuando afuera termino todo.
Enfrente venden base, la zanja de la vereda rebalsa, la esquina es un mundo ajeno aunque no tanto para su hermano más grande, la calle de tierra y las piedras hablan de miles y miles de juegos y también de sus pies descalzos, la policía maneja medio barrio y los padres no manejan cuándo y que se come.
Miguelito usa la diez y la pelota numero tres esconde sus botincitos cuando la lleva atada. Es la categoría más chica en el club pero con más promesas. Los sueños de los 7 años no se achican ni de visitante, ni cuando hace frío, ni jugando con el puntero. Tierra o cemento. Techada o al aire libre. Miguelito la emboca seguido.
El primer pitazo da la señal. Ahí no hace falta tirarse al piso, porque afuera lo aplaudimos y alentamos, festejamos y perdemos con el y sus compañeros.
Suele tomar la chocolatada caliente con el pan y mermelada después de los partidos y correr con sus amigos por el club todo el resto del día. Correr todo el resto del día….de la semana, en la casa, en el barrio. Como el padre, o su hermano, o su vecina.
Dejó de usar la diez cuando dejó de tener edad para seguir jugando en el papi futbol. 14 años. Su casa sigue ahí, la esquina, el frente, la policía, sus padres, la zanja, las balas, la mesa, la calle; todo sigue ahí. Salvo la diez y los alientos, los goles y el quipo, los botincitos y el calor de la tribuna de 3 tablones, que eran mucho más que eso.

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